
Los discos Zip se presentaron como una alternativa, de mucha más capacidad, a los disquetes. Mientras en estos solo se podía almacenar 1.44 MB, los Zip alcanzaban una capacidad de 100 MB, con un tamaño similar. En realidad, los discos eran prácticamente idénticos, aunque bastante más gruesos.
Se introdujeron en el mercado en 1994 y, además de la mayor capacidad, también ofrecían una mayo velocidad de acceso y de transferencia. El tiempo de búsqueda era de 28 milisegundos y su tasa de transferencia de 1 megabyte por segundo, comparado con los 62 kilobytes de los disquetes.
Los interfaces de conexión eran bastante variados. Se podían encontrar modelos internos con conexión ATA y con conexión SCSI, mientras que los externos disponían de conexión SCSI o por el puerto paralelo, poniéndose a la venta, posteriormente, unidades con interfaz USB.
Iomega no fue el único que puso discos Zip a la venta, aunque sí el único que fabricó las unidades lectoras (aunque Epson distribuyó una unidad bajo su nombre). Otras empresas como Fujifilm, Verbatim o Maxell también vendieron sus discos.

Finalmente, el Iomega Zip se vio sustituido en el mercado por los CDs grabables, cuyo coste por megabyte era mucho más bajo, además de disponer de una mayor capacidad. También la demanda a Imation por el click de la muerte tuvo su parte de culpa.
Muchas de las unidades acabaron fallando por un problema de calidad, que Iomega achacó al uso de discos no oficiales. Esto le comportó una demanda a la empresa que fue resulta, finalmente, a favor de los consumidores.



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