
Adaptarse a los nuevos tiempos en el cine de acción significa hacer el más difícil todavía, dos mil planos por minuto, situaciones totalmente inverosímiles y cuanto más increíbles mejor. La perfección técnica de la que disponen hoy día este tipo de superproducciones ha dado paso a la superespectacularidad mal entendida. Ya no hay espectáculo del bueno, lo que hay es una enorme aparatosidad que ahoga prácticamente cualquier otro elemento de las películas. Y que nadie me malinterprete, con esto no digo que ‘Duro de Matar 4.0’ sea una mala película, pero desde luego no está a la altura de las otras tres entregas.
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